Recorriendo el sudeste de Islandia, de camino hacia la ciudad de Höfn, se descubría la imparable naturaleza islandesa, el inmenso glaciar, Vatnajökull, dentro del parque nacional del mismo nombre.
El Vatnajökull entusiasmaba, atraía, lo admirabas, allá desde donde lo pudieras alcanzar con la mirada.
Poco importaba afrontar los cambios de tiempo, conducir con lluvia, había que contemplar esas lenguas de hielo desperdigadas por las llanuras, por las extensiones de lava, por la arena que tocaba el mar.
Allí todo era gigante, colosal, con una gran superficie, masa, espesor, sólo en los casquetes polares, se puede admirar ese hielo tan inmenso.
A través del Parque Nacional de Skaftafell se accede al glaciar a nivel del mar, sin necesidad de ascender, porque su vertiente sur está próximo a las playas, extendiéndose el hielo sobre una inmensa meseta, que se asienta sobre los picos más altos de Islandia.
El Vatnajökull cuenta con inmensas reservas de agua congelada, sin embargo, la salida constante de hielo descendiendo hacia la zona más baja, nos muestra el lento e imparable retroceso de un coloso, que siente, como todo el planeta, el proceso del cambio climático.
La popular laguna Jökulsárlon mostraba los colores cambiantes con la salida y ocultación del sol, icebergs azulados fragmentados, daban el perfecto cobijo a cientos de aves marinas.
Continuando el trayecto hacia Höfn, se alcanzaba una panorámica de lenguas glaciares, ríos errantes que anegaban llanuras hacia el mar.
Bajo el glaciar se esconden maravillas naturales esculpidas en forma de cavidades, de cuevas labradas por aguas calientes de las profundidades del hielo.
Pero lo extraordinario del Vatnajökull, es lo que guarda bajo su manto de hielo, siete volcanes activos, una gran caldera volcánica, un latido constante de fuerzas que activadas periódicamente, provocarán la erupción de algunos de estos volcanes.
Un mundo desconocido bajo este manto helado del Vatnajökull, de lo más frío a lo más caliente, nos acerca al universo, al comienzo de la vida, al cambio de elementos, desde una imponente explosión, al dictado de las reglas e imposiciones naturales.
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