Apurábamos los últimos días en la isla de Mallorca, nos adentrábamos de nuevo en la Sierra de Tramontana, almendros y olivos protagonistas en fincas a pie de carretera.
Veíamos la entrada al túnel de Sóller que separa el puerto de Sóller y Palma de Mallorca, sin embargo, dejábamos a un lado la comodidad del acceso a través del túnel y decidimos tomar la carretera antigua, con subidas y bajadas hasta llegar a nuestro destino.
Muchas curvas pero buenas vistas, la carretera antigua ahora poco transitada, sí para ciclistas y otros conductores que optaban por esta otra vía de llegada al puerto de Sóller.
La bajada estaba más sombría, dejaba ver los efectos de las últimas lluvias en la isla, la tierra empapada de agua, de repente, apareció el famoso e histórico tren de Sóller, integrado en el paisaje.
Como una perfecta máquina del tiempo, ahí estaba el tren turístico que une Palma y Sóller, de madera, manteniendo máquinas desde que inició su andadura a primeros del S.XX, toda una experiencia, cambiando los cítricos que transportaban a la capital por turistas en la actualidad.
La llegada al puerto de Sóller nos regaló una buena vista de la bahía, de un puerto protegido, pequeñas embarcaciones, yates fondeados en aguas tranquilas, cristalinas, algunos en tareas de compras para continuar después la travesía; También canoas, y tablas a remo se mezclaban con estas embarcaciones, disfrutando de un buen día de mar.
Los pinos daban buenas panorámicas para hacer fotos, las montañas, la bahía, el puerto, las playas, arenas doradas, nos mostraban que teníamos que seguir descubriendo este rincón marítimo.
El paseo marítimo con restaurantes, tiendas, terrazas a pie de mar, los bañistas tocando arenas doradas, los más pequeños en el agua, sin aglomeraciones, y el tren pasando muy cerca de este espacio seguro antes tocado por el mar Mediterráneo.
Puerto de Sóller enclave mediterráneo que mantuvo aires tradicionales en un desarrollo turístico no excesivo, muy codiciado, quizás porque su posición entre montañas, valles y mar lo han convertido en inexpugnable.
Ahora el puerto de Sóller abierto al turismo, sin olvidar su origen pesquero, frutas cítricas que impulsaron muchas economías regresando a Sóller para dejar su impronta en bellos edificios modernistas.
Volver a Sóller para quedarse, disfrutar de un puerto y de un pueblo que aspira a mantener sus raíces con sus visitantes.
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