Encumbrado sobre una formación geológica, suspendido sobre sus tajos, el municipio granadino de Alhama, a 58 km de la capital, guarda tesoros incalculables, demostrando que tanto la historia del planeta, como la historia de sus habitantes, está siempre en continuo movimiento.
Dentro del Parque Natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama, a lo largo del curso del río Alhama, los tajos, forman zonas hundidas que se rellenaron de materiales naturales, incluso fósiles, observándose éstos en las areniscas, en forma de incrustaciones.
La erosión constante de todos los elementos fue perfilando un paisaje diverso, de gran valor natural, formándose un bosque de galería, entre el agua y la tierra.
Lo que hace millones de años eran mares interiores, ahora es un entorno idílico, con variedad de árboles perfectamente adaptados al entorno, entre otras especies, chopos, sauces, fresnos que dan estabilidad al curso del río, a la vez que, ofrecen un soporte para la vida animal.
El paseo otoñal por los Tajos de Alhama se viste de colores amarillentos, anaranjados, con los sonidos del agua de fondo y del viento que hace caer las hojas, forrando el suelo de pétalos, como si una alfombra muy mullida se tratara, generando chasquidos característicos sobre la pisada de la bota.
Los márgenes del Tajo han sido aprovechados para tierra de cultivo, incluso explotación maderera, otros fines más domésticos, como los antiguos lavaderos, con pilas para lavar, nos apuntan cómo se aprovechaba la roca, la piedra natural, para lavar a mano.
Antiguas construcciones de fábricas de harina, los molinos harineros, sirvieron para trabajar los cereales producidos en la zona, hoy día sólo quedan restos de edificios que, en su día, dieron vida constructiva en el Tajo, elaborando uno de los ancestrales cereales, el trigo.
Sin duda, este paisaje está cargado de historia, siendo la fisonomía estratégica del Tajo determinante para facilitar momentos históricos claves, como fue la conquista de Granada.
Los Tajos de Alhama fueron testigos de múltiples rutas históricas, un lugar y paso decisivo, cruzarlo, significaba conectar vida natural con urbana.
Un mirador privilegiado, modelado por el río Alhama, los Tajos de Alhama elevan a su municipio a un enclave que sobresale a lo largo de la historia y que ha sido capaz de enlazar, lo natural con la vida de los diferentes pueblos que lo habitaron.
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